eyeliner

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solamente una mirada es suficiente para hablar

viernes, 8 de noviembre de 2013

Te maldije.

Lo confieso: planeé tu infelicidad una y otra vez. Soñaba con que lloraras todas las noches, maldijeras tu suerte y envidiaras la mía.

Te maldije, pues no me gusta(ba)s, aún sin conocerte. Y te he deseado la peor de las vidas. Aunque supongo que lo hacía porque sabía que mis deseos eran irrealizables.
Te miro y veo sonrisas en tu rostro. Sonrisas que deberían ser mías. Pisadas cuyas huellas no te pertenecían. Momentos cuyas lágrimas debían haber caído sobre mis mejillas.
Nunca he escuchado tu voz, y sin embargo sabía que las palabras que habían pronunciado no deberían tener el más mínimo significado para los oídos que las recogían.

Te maldije, pues me robaste. Bueno, no es cierto...me dejé robar. Eso tampoco lo es.
Digamos que no fui lista, y no protegí mis tesoros como un buen pirata hubiera hecho. Quizás fue por inexperiencia, por arrogancia o por prepotencia. Jamás lo averiguaré.
Solo sé que maldito el día que arrojé el candado al mar y me quedé con una llave que no abre ningún cofre. Una llave desamparada que a día de hoy se pregunta si alguna vez debió desprenderse de su llavero.

Te maldije. Pero ahora me doy cuenta que la única maldita soy yo. Y que la sangre derramada en mi honor está siendo mi penitencia. Y merecí todos los finales infelices que jamás llegaron a ver perdices.

Lo confieso: fue mi culpa.

viernes, 25 de octubre de 2013

Cuatrocientos veintitrés.

Se miraba en aquel espejo enorme mientras se peinaba el pelo. Tenía un expresión inexpresiva. Rígida. Ausente. Como si ya no formara parte de este mundo.
Se había convertido en un zombie más, la rutina había podido con ella.
La expresión "mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer" había cobrado sentido para ella. Y desde entonces nada había sido lo mismo.

Sonreía, sí. Pero es que ya no sabía no hacerlo. Sonreía sin un por qué, para que los demás también sonrieran. En realidad ese era el único motivo. El no levantar sospechas. El "todo va bien" sin más explicaciones. El "dejadme en paz" que tan poco costaba si todo parecía estar en orden.

Ya no era ella. ¿O sí? No lo sabía.
Exteriormente no había diferencia. Pero ella notaba que algo raro había.
Se había esforzado ya incontables veces en ser feliz. En poder respirar tranquila entre aquellas cuatro paredes, rodeada de esa vida que hasta entonces tan satisfactoria le había parecido. Pero ¿cómo conformarse después de haber vivido en El Olimpo?

Ah, los lujos... a veces es mejor no dárselos. Dicen que la depresión aparece sin que nos demos cuenta. Pero ella era consciente. Y mucho. Y sólo quería dejarla ir. Pero aquella maldita zorra no se separaba de sus huesos. La tenía aferrada como una novia obsesiva al chico de turno. Y hablando de chicos... Él no ayudaba. En absoluto. Con sus frases silenciosas y sus silencios fraseados. "Que te jodan" eran sus palabras favoritas. Y un perro que se muerde la cola y que no parece cansarse jamás.

Más de cuatrocientos días han pasado y la misma pesadilla sigue apareciendo por las noches... pero desde hace ya algún tiempo, se volvió real. Y ese es un problema que ni las pastillas pueden solucionar.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Confessions #2

Quiero lo que no tengo.
Y cuando lo tengo, ya no lo quiero.

sábado, 15 de junio de 2013

Amarga introducción al caos.

Es agridulce, como cuando pides un tequila. No sabe bien, pero te lo bebes igualmente. Y hay algo en ello que hasta te gusta, te satisface.
Esto es igual, excepto por la satisfacción.

No cabe duda... tengo que dejarte ir. Tampoco tengo otra opción, tú ya has comprado los billetes y casi ni me nombraste el destino. Casi mejor así. Prefiero no saberlo.

Vuelas. Vuelo. Pero esta vez en distintas corrientes de aire, a distintos lugares, con distinta polaridad. El frío me consume y me hiela hasta los huesos, por eso viajo al sol. Que me queme lenta y dolorosamente la piel, que luego ya habrá tiempo de lamentaciones.
Ahora lo que quiero solo viene en pastillas azules con sabor amargo. Amargo como tú, cada vez que pronuncias su nombre.

El shock duró días, puede que aún lo tenga... pero ya dejé de mirar el reloj, así que poco importa.
Me marcho al país de las maravillas, y esta vez no no necesito conejo blanco que me guíe. Se acabó ser Alicia. Me voy al bando de la baraja.

martes, 14 de mayo de 2013

Happiness[less]

Sonrisas cálidas y abrazos rotos. Una última mirada, y el tren echó a correr.
Las lágrimas frías se mezclaban con la lluvia en los cristales.
Ya nada importaba.
El corazón latía.
Feliz en la infelicidad. Que dura condena.
"Pero si algo ha de separarnos, qué mejor que el mar" siempre decía.
Las gaviotas reían desde el cielo. Pobres ignorantes, ellas no podían cruzar el mar.
Vuela, vuela. Ya te alcanzaré.
Besos en el aire, no mucho más sentidos que los besos en papel.
Tu foto en su cartera. Su foto en tu corazón.
Siguen girando las ruedas.
Pero ya nada importaba.
El corazón latía.
Y la sonrisa persistía.

Que le jodan al tiempo, a la distancia y al mar.
Tiene lo que siempre quiso.
Feliz en la infelicidad.

Te prefiero así.

Te prefiero borde y descarado, porque así tus caricias y tus sinceridades no se me clavan en el pecho partiéndome en dos.
Te prefiero ausente y arisco. Porque así olvido lo cómodo y divertido que es estar a tu lado.
Te prefiero cuando eres un hombre, un macho de esos que huelen mal. Porque así tu colonia no embriaga todo el ambiente, tanto que sube por las paredes y llega hasta mi espalda produciendo un escalofrío.
Te prefiero en invierno y alejado, porque así tu cuello mordisqueable no queda al descubierto de todas las miradas.
Te prefiero hablador y borracho, porque así se me olvidan las miradas silenciosas que compartimos, acompañadas de tu sonrisa ladeada que no consigues evitar. Ni yo, para qué nos vamos a engañar.
Te prefiero lejos. Muy lejos. Para que pueda echarte de menos sin que lo notes. Sin que lo sospeches. Sin que lo sientas.
Porque si lo sientes y lo siento entonces llega la inevitable pregunta... ¿y ahora qué hacemos? Cuando está claro que no podemos hacer nada más que callar, sonreír, ...y saludar.

martes, 7 de mayo de 2013

[des]entenderte

Cuatro años más tarde y aún sigo buscando una conexión lógica de los acontecimientos.
Tu comportamiento cambia con los minutos, y no digamos con los kilómetros.
Busco dentro de la caja rosa, pero no encuentro ningún tipo de instrucción. Ha decir verdad, ahora que lo pienso, no recuerdo haberlo visto nunca.
Habría que ver qué es lo que haces cuando sólo ellos te miran. O mejor dicho, cuando ni ellos te miran.

No intento entenderte. A estas alturas, creo que sé lo suficiente de ti como para saber que no puedo hacerlo. Empiezo a creer que nadie puede.
Pero eso es bueno sabes? Así mantienes la curiosidad de la gente. La atención de la gente. La atracción.
Y supongo que ese es el motivo por el cual todo esto sucede.
Supongo que es el motivo por el cual estoy aquí.
Sentada. Mirándote fijamente.
Sin que tú sepas que estoy ahí.

sábado, 4 de mayo de 2013

No es un consuelo.

"Paso un buen rato ahí sentada, mirando la pantalla del ordenador. Un rato largo y triste. Pero es lo mejor. Lo sé. He elegido la felicidad en lugar del sufrimiento. Lo tengo clarísimo. Estoy haciendo hueco para que mi futuro desconocido me llene la vida de las sorpresas que me depare. Todo esto lo sé. Pero aún así...
Estamos hablando de David. Y me he quedado sin él."

- Elizabeth Gilbert. "Come, Reza, Ama"

[des]equilibrio

Después de tan pocos años de experiencia, de innumerables noches sin dormir y de cinco años sin llorar.... llegué a la conclusión quizá equívoca, quizá no, de que no son sus actos los que duelen, sino los tuyos.
Eres tú quién construye y reconstruye la historia, paso a paso (gramo a gramo).  Y eres tú quién envía los aviones a reconstruir tus torres gemelas, porque al final no resultaron ser tan gemelas.
Porque el concepto de la media naranja, o del medio limón, ya se te ha quedado anticuado. Y ya te conformas con encontrar una gota de zumo, o una pequeña gota de azúcar que endulce tu sabor.
Porque lo más duro no es acordarte de él, ni hablar de él, ni recordar su olor y sus caricias... Lo más duro es saber, con seguridad y sin dudas, que es él el que no se acuerda de ti, ni habla de ti, ni recuerda tu olor, y mucho menos tus caricias...

La descompensación, el desnivel, el desequilibrio en general, es la gran putada del ser humano. El yin y el yan.

A estas alturas, lo único que espero compensar, es la graduación de alcohol de esta noche con las pastillas de mañana.

miércoles, 17 de abril de 2013

Confessions #1

Siento más celos en la amistad que en el amor.



...y no podéis imaginar lo horrible que es.

lunes, 11 de marzo de 2013

u miss me.

Te quitaste la máscara, me miraste a los ojos y sin decir nada lo dijiste todo.
"Te echo de menos" susurraste en tu cabeza.
Y mis ojos y mi cuerpo fueron lo suficientemente audaces como para darse cuenta.

No pudiste aguantar más.
Y sonrío, satisfecha, porque por fin te diste por vencido y no guardaste silencio... incluso ahora, que es cuando más deberías.

Pero aún con las cartas sobre la mesa, habrá que mantener la orden de alejamiento, por mucho que el sol brille y las flores florezcan. Porque el primer trimestre es el más duro, pero a partir de Abril ya sabes... borrón y cuenta nueva.

jueves, 7 de marzo de 2013

Sonrisas y lágrimas.

Cállate lo que quieres, porque ninguno de los dos lo merecemos.
Guarda las palabras en un cajón prohibido, y mantén el silencio en tus labios.
Mírame. Porque es lo único que nos queda sin poder dañarnos. "Mentira" susurras. Y la verdad es que no me atrevo a negarlo.

Sonríes y sonrío, porque delante de la gente ha de ser así. Porque tampoco puedo evitarlo. Porque no consigo ser infeliz. Porque esta infelicidad me atrapa. Porque es lo que me queda de ti.
Y sin embargo ambos sabemos que los kilómetros son muchos, aunque los bits muy pocos.
Pero nada es suficiente porque todo es necesario.
Así que coges tu mano y me tapas los ojos. Apagas la luz y sales despacio.
Y no vuelves más.

Cállate que me quieres, porque ninguno de los dos lo merecemos.

domingo, 24 de febrero de 2013

Tú.

Cuando leo un 'tú', ya no eres tú, es él.
Y él, es ahora ese 'tú', que me hace estremecer cuando pronuncio su nombre.
Y él, ahora es 'ese aquel', que jamás tendrá un lugar en mi vida, y sonrío y doy gracias por ello, porque ahora veo lo equivocada que estaba.

Gracias a ti, ahora hay luz.
Gracias a ti, se acabó el sufrir... ¿o no?

Nothing at all.

Cuando una relación (y perdón por establecer ese término) se acaba, no te engañes cariño... es mejor no volver a saber nada.
El saber una cosa, el más mínimo detalle, puede dolerte hasta joder. Joder con otros y por despecho. Y joder la vida propia y de los demás.
No seas cabezota. No puede ser. Se acabó. No hay nada.
Nada que no pueda pactarse como "sexo casual", claro está. Y todo lo que conlleve algo más serio o cariñoso, será empleado en tu contra.
Así que sí, tienes todo el derecho (y el deber) a guardar silencio. Y a hacer que la otra persona también.

Desearías tener un espejo mágico como el de la Bestia, para mirar por él todo lo que ocurre y no tener que preguntarselo o averiguarlo... pero créeme, es mejor así.
Sigue con tu vida. Él seguirá con la suya.
Y no importa cuantas veces le des vueltas o pienses en él. Él no lo hará ni la mitad de las veces que tú. Este es tu partido, tu competición. Y ni siquiera tienes rival porque estás jugando sola.
Sola.
Tal y como estás ahora.