eyeliner

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solamente una mirada es suficiente para hablar

martes, 11 de enero de 2011

y ahora sé lo que he perdido...

Cogió el abrigo y sin mediar palabra salió por la parte de atrás de un modo silencioso...casi como si lo estuviera haciendo para no ser descubierto, como si él mismo supiera que lo que hacía, estaba mal.

Se oyó el ruido del motor al arrancar y las ruedas del vehículo deslizándose sobre el pavimento mojado.

Y allí quedó ella. Cabizbaja, sentada en el solitario salón, con el carmín descolorido y el ánimo por los suelos. Sin tener ya nada que esconder, pues sus ojos habían delatado la nostalgia que guardaba en su interior. Un cigarro se consumía lenta y solitariamente sobre el cenicero de la mesilla de la derecha. El humo ascendía suavemente hacia el techo, creando amorfas figuras que perecían en cuanto empezaban a cobrar cierta identidad. Probablemente la boquilla de ese Malboro aún estuviera húmeda de sus labios.

Encendió la televisión sólo para no oír el silencio que reinaba por toda la casa sin sentir piedad por ella. Cogió un cojín y se lo puso al lado. Cogió otro para el otro costado. Y un tercero al que ella pudiera aferrarse con las dos manos. Estaba sentada en la mitad de aquel sofá de tres plazas con las piernas cruzadas en una postura muy tipo yoga, o muy tipo indio. El sofá, que ya era grande de por sí, le parecía enorme desde aquella perspectiva. Gigante, en realidad.
Miró a su alrededor y observó los cuadros, las cortinas, y el color de las paredes. Todo estaba en tonos de marrón y beis. Recuerda las risas que compartieron cuando pintaron el piso. Ella había querido contratar a unos pintores pero él insistió en hacerlo ellos dos juntos...y solos.
Al principio le resultaba una casa de lo más luminosa....desprendía elegancia y uno se sentía cómodo cuando estaba en ella... Ahora le parecía todo muy frío, descolorido, sobrecargado...y desde luego no transmitía ese aire acogedor.

Pero ella esperaba paciente, con la taza de café, posiblemente ya fría, sobre la mesita central, y con los oídos atentos a cualquier movimiento en la calle.... Esperando a que él volviera.
Poco a poco se le iban perdiendo las ilusiones y el brillo de sus ojos había desparecido ya casi por completo. Y sus labios, sellados ya desde hace un tiempo, pedían socorro entrelíneas de silencio y pequeños suspiros con sabor a melocotón.

Así que ahí queda ella. Abrazándose a la última esperanza de que despierte de una vez por todas y vea que todo ha sido un mal sueño que tenía que soñar para darse cuenta de lo mucho que le quiere...y de lo mucho que él la quiere a ella....¿no es así?

miércoles, 5 de enero de 2011

disney.

Soñar con bailes de gala, con hombres de pajaritas verdes y mujeres de faldas rasgadas.
Mirar cómo las campesinas plantan en el suelo los pétalos de las flores con el presentimiento de que de allí nacerá un árbol.
Observar como la calabaza de Halloween te sonríe detrás del cristal y desear saber qué es lo que realmente pretende hacer con esos dientes tan sucios.
Dibujar en el suelo un circulo de tiza y cantar melodías indias porque al fin y al cabo, todas somos princesas.

Y correr, y bailar, y tirarte desde lo alto de un árbol a la laguna de la casa de verano. Y pedir un taxi alzando la mano en alguna de las maravillosas calles de Nueva York. Y viajar sin dirección alguna preguntándote en qué momento pasaste de ser la Campanilla de Peter a Carrie de Sexo en Nueva York. Y suspirar expulsando todas las piruletas que te comiste, los pilla-pilla que jugaste y a los chicos que tiraste del pelo porque te gustaban. Y mirar por la ventanilla observando la carrera de gotas y pensar "bueno, no está tan mal".