eyeliner

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solamente una mirada es suficiente para hablar

martes, 28 de diciembre de 2010

Pato a la orange.

E ir en busca de consuelo y encontrar palabras comodín carentes de sentimiento, verdad o interés.
Vacía ya el vaso de vino que hay sobre la mesa. Él no vendrá.
Sopla ya las dos velas rojas que llevan ya más de media hora consumiéndose...Ella no vendrá.
Guarda la vajilla y los cubiertos. Dobla los manteles. Retira las sillas y aparta la mesa en un lugar donde no moleste. Nadie va a venir.
Tampoco creo que importe mucho.... Tú sabes donde están. Él en la oficina, firmando tres o cuatro documentos (importantísimos por supuesto), y haciendo las últimas llamadas del día a los accionistas a los que tanto les tiene que agradecer. Ella está en una fiesta, llevando probablemente su vestido verde botella, los zapatos de tacón negro (que son los más altos) y los pendientes que hace tiempo se compró en un bazar de Londres. Estará bebiendo un cóctel y estará charlando animadamente con la gente, sin importarle qué hora hacer porque olvidó el reloj sobre la mesilla del dormitorio.

Así que lo mejor es que apagues la luz y te vayas a dormir. Porque nadie se ha acordado de que tú estás allí esperando, con la cena hecha y esperando en el horno para que no pierda calor.
Pero no te preocupes. Te acostumbrarás.

lunes, 20 de diciembre de 2010

5:24am

La vida programada no es vida, es un reloj.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

zodiaco.

La escritura automática es aquella que empieza con tu mano sobre un papel haciendo garabatos. Te distraes y no piensas en nada y tu mano sigue haciendo garabatos. Una raya aquí, otra allí, un circulo, dos círculos, una forma ovalada... Dos reglas: no pensar y no levantar el boli del papel.

Cinco minutos después, miras el papel y verás que los garabatos se convirtieron en letras, y las letras en palabaras, y las palabras en frases. Y observarás como tu subconsciente responde por ti a preguntas de las cuales no creías tener respuesta.
Y entonces descubrirás una parte de ti que puede que no conocieras, y puede no gustarte, pero existe. Y es la parte más "tú" que la que muestras en el exterior.

Y te detienes un momento frente al papel. Y lees y relees lo que has "escrito". Y reflexionas. Y te das cuenta que te conoces tanto como conoces las coordenadas de cada una de las constelaciones. Y te das cuenta de que, al igual que las constelaciones, no te importaría conocerte entera ni saber más cosas sobre ti.... pero ¿quién tiene tiempo para mirar las estrellas?

lunes, 13 de diciembre de 2010

perfection.

Tampoco puedes ser tan exigente de pedir todo, a la hora precisa, con los centímetros exactos, con la forma correcta, y el color perfecto. No hay nada perfecto. Ni siquiera las matemáticas lo son. Ni el hombre más listo del mundo fue perfecto, el también se equivocó. Las máquinas no son perfectas. La naturaleza no es perfecta. Los pintores, artistas, poetas no son perfectos. Los ingenieros tampoco. Ni los arquitectos, médicos, ni científicos. Yo no soy perfecta. Puede que tú si lo seas...pero ¿sabes? Odio a la gente perfecta. Y eso te convierte en imperfecto, porque no gustas a todo el mundo. Así que...ahora que ya eres imperfecto...¿qué tal si te sientas y charlamos un rato?

domingo, 12 de diciembre de 2010

Fragile.

Es igual que todo. Me empeño en crear ilusiones en donde no las hay y en mirar por ventanas que no dan a paisajes bonitos. Y en escudriñar cajones ajenos en los que, probablemente, no enontraré más que unas tijeras y unos bolis usados....
Pero me autoconvezco a mi misma de que todo es posible, de que las segundas oportunidades pueden ser buenas, de que detrás de ciertas palabras siempre hay una intención, de que detrás de una mirada hay algo más que un montón de nervios transmitiendo señales al cerebro.
Abrir los ojos nunca fue tarea fácil y desde luego que no es el camino que me va a gustar más. Pero es el que tengo que coger para empezar a ser yo misma y para empezar a ver a los demás como son en realidad.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

sí me importa.

Un error. Una caída fugaz. Un momento de lucidez y esplendor, y al siguiente segundo, todo mierda.
Pasó todo muy deprisa ¿sabes? Aún lo recuerdo. Recuerdo la sensación. Recuerdo la noche entera que me pasé llorando en el hotel, bajo la banda sonora de la habitación de al lado, en donde yo debiera haber estado, emborrachándome mientras miraba la playa desde el balcón. Y sí, miraba la playa. Pero no con un vaso de vozka en mi mano. Sino sentada en uno de esos sillones incómodos que te ponen no sabes bien para qué, porque ni te sientas bien ni apoyas bien las cosas. Pero están ahí. Alguna función tendrán. Digo yo.

Y es que no sabes hasta que punto se me partió el alma aquella noche. Aparir de esa noche, creo que no recuerdo muy bien lo que sentía por ti antes. Tampoco recuerdo muy bien cómo me las ingenié para evitarte cuando a la vuelta del viaje. Ni cómo era tu número de teléfono. Sólo te recuerdo a ti, mirándome, y preguntándote porqué te evitaba la mirada. Recuerdo tus lágrimas a través del teléfono pidiéndome mil perdones. Te recuerdo a ti agarrándome por el brazo y pidiéndome un minuto de mi tiempo para hablar. Te recuerdo....

Y ahora sólo pienso en si debería llamar o no. Si debería borrarte o no. Si debería... Estoy harta de no saber nada de ti ¿sabes? Pero también estoy harta de que tenga que ser yo la que mueva ficha....¿tan pronto te olvidaste? ¿Tan rápido borraste todas aquellas tardes en la plaza de los skaters hablando de nadie sabe qué pero tampoco importa mucho...? ¿Tan rápido dejaste de recordar cómo era el llamar a mi casa y preguntar por mi? ¿Fue tan fácil dejar atrás todos los momentos compartidos...todos los abrazos...?

Creo que lo mejor es que pare de pensarte. Quizás algún día logre llamarte....quién sabe.

[...]

Déjame que pase un rato más aquí...sólo hasta que pase la tormenta.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Nada de poesía.

No soy una persona filosófica. Siempre traté de serlo pero nunca lo conseguí. Nunca podrás obtener de mí una reflexión lógica, con argumento o que tenga sentido alguno. Jamás conseguí redactar un texto que significara algo más de lo que las palabras trataban de decir literalmente. Nunca conseguí decir algo de verdad entre los espacios del interlineado.

Soy egoísta. La que más. Nunca escribí algo que no fuera sobre mí o sobre mi vida. Jamás intenté reflexionar sobre la humanidad o sobre el mundo en sí. Compongo cada una de los relatos con lo primero que me viene a la cabeza. Cursilerías varias, vaya. Y la vergüenza se apodera de mí cuando las leo al cabo de un tiempo.

Soy demasiado entusiasta y optimista por naturaleza. Pero adoro ser pesimista y trágica. Consigo hacer un drama de todo y esconder la realidad, porque la considero insípida y aburrida.

Mis metáforas no se entienden. Mis textos no se descifran. Mis intenciones no son sinceras. Mis pensamientos son una mierda.

Supongo que será la falta de horas de sueño que vengo recogiendo desde hace ya ¿cuánto? ¿dos años? Pero empiezo a creer que toda aquella avidez, inteligencia y simpatía que solía desprender se evaporaron por cada sueño perdido.

Y a cada parpadeo vuelvo a darme cuenta que esto es de todo, menos maravilloso.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Quimera.

Y notar la sencillez con la que flexiono los diecisiete músculos que está cerca de los extremos de la boca y los que alrededor de los ojos con cada palabra que lanzas al viento haciendo vibrar cada una de las cuerdas que producen sonidos tonales procedentes de dentro de ti.
Porque es casi imposible definir la facilidad con la que me llegas al corazón, y con la que me haces sentir como si tú y yo no fuéramos más que simples y brillantes auras que no tienen nada más que contar que no sea con la mirada.

Buscad, por favor, los cuentos soñados un día que no hubo noche porque las estrellas decidieron que ya había suficiente belleza contemplada por los ojos de él. Y ella rogó a la Luna que no saliera a desafiarla a elegir entre ella y él, porque acabaría ésta perdiendo y, desconsolada, no volvería a brillar con tanta fuerza jamás.

Y allí yacen, Romeo y su Julieta, esperando uno a que despierte el otro, pacientes, para no interrumpir la utopía en la que ambos habían decidido perderse.