eyeliner

eyeliner
solamente una mirada es suficiente para hablar

viernes, 19 de septiembre de 2014

Make yourself immortal.

Hace un tiempo (aunque no tanto como a mí me hubiera gustado) aprendí que siempre vas a ser criticado. Que no puedes caerle bien a todo el mundo, y que allá dónde vayas encontrarás a gente a la que alegrará que fracases. Siempre va a haber alguien a quién le caigas mal, y tus actos siempre serán juzgados. Y aprendí que eso no importaba. Que lo que importa es lo que tú sientes. Y si tú te sientes bien, y estás satisfecho contigo mismo, entonces todo lo demás da igual. Haz lo que te parezca si es lo que realmente quieres. Date ese gusto a ti mismo.
Ríe hasta que te duela la tripa, salta hasta que te fallen las piernas, canta hasta que te quedes sin aire, baila hasta desmayarte, atrévete y equivócate. Siempre habrá alguien a tu lado que te ayude a levantarte del suelo. No malgastes tu tiempo con gente a la que le importas una mierda. Disfruta de cada minuto con las personas a las que más quieren y que realmente se preocupan por ti. Llega tarde y pide perdón, y al día siguiente llega cinco minutos antes para quejarte de que el resto llega tarde. Si no te gusta lo que haces, deja de hacerlo. Que no te asuste lo que viene después porque si realmente quieres, puedes. Olvida el pasado, no puedes hacer nada para cambiarlo. Tan sólo míralo y ríete de él (o con él). Los recuerdos son bonitos si sabes escoger con cuáles te quedas. Los corazones rotos se reparan, y las sonrisas siempre vuelven. Lo que nunca se va es el cariño.
Mantén cerca de ti a los que más te importan. Incluso a los que están a kilómetros a distancia. Da abrazos todos los días, y besos siempre al despedirte.
Si quieres, puedes.
Nada es imposible.
Mantén tu espíritu joven.
Hazte a ti mismo inmortal.

miércoles, 25 de junio de 2014

Hoja de reclamación.

Me rompiste la vida sin pedirme permiso, y ahora soy yo quien paga los daños y perjuicios.
Tu boca se enfrentó con mi boca a apenas unos centímetros de distancia sin previo aviso. Y ahí fue cuando todo cambió.
Dijiste mi nombre susurrando y el escalofrío fue inminente. Dios mío, cómo odio tu voz.
Tu olor, aún más intenso a esa distancia, quedó guardado para siempre en mi memoria.
Tus ojos buscaron los míos y se quedaron ahí quietos un rato. Estábamos rodeados de otras miradas, pero no importó.
Acto seguido me agarraste por la espalda, acariciaste mi piel y te marchaste.

Me rompiste la vida sin pedirme permiso.
Y ahora soy yo quien paga los daños y perjuicios.

lunes, 23 de junio de 2014

Para algunos públicos.

Voy que ni toco el suelo y he espantado hasta las nubes.
No sé si son tus besos o este tripi que me sube.
Si no fuera porque hice colocada el camino de tu espera, me habría desconectado.
Condenada a mirarte desde fuera y dejar que te tocara el sol.

Mientras tanto pasan las horas, sueño que despierto a su vera.
Me pregunto si estará solo, y ando dentro de una hoguera.

Puede que me deje llevar. Puede que levante la voz.
Puede que me arranque sin más.
A ver qué me dices después...

-¿Fumas?
-Pero sólo no me sienta muy bien.

Ojala que me llame amapola.
Que me coja la mano y me diga que solo no comprende la vida, no.
Y que me pida: "más, más, más, más, dame más".

Sueña que sueña la estrella. Siempre en estado de espera.
Vuelve a coger la botella, a pasar las noches en vela.

He perdido la cabeza. La he perdido por perderte.
Soy capaz de cualquier cosa por volver a verte. 
Y yo estoy medio loca también. Sin otra cosa que hacer,
con un montón de palabras cogiditas de un papel.

jueves, 10 de abril de 2014

Tu media sonrisa ladeada.

Podría decirse que durante este último año me he sorprendido, y mucho, a mí misma. Jamás llegaremos a conocernos plenamente, y seguiremos descubriendo cosas nuevas en nosotros a medida que pasen los años. De eso no me cabe duda.
Pero a pesar de todo, de todo lo que he visto, vivido, probado y olido.... a pesar de todas las cosas que hice y que aún no pueda creerme que hiciera... a pesar de que me prometí a mí misma que jamás volvería a creer que algo podría romperme los esquemas porque había decidido que éstos no existían, a pesar de ello... Llegas tú y lo haces. Los rompes. Otra vez.

Sorpresa, felicidad, impotencia e ira. Son las fases que me han tocado contigo. Ya lo ves, no eres sino uno más en mi lista negra de nombres que odio u odiaré, en un futuro quizá no muy lejano. Pero por el momento no puedo evitar sentirme como una cría cuando en tus ojos veo reflejados los míos. Y me buscas en la distancia, esquivando miradas indiscretas que puedan causar(nos) problemas.

La forma cómo guiñas, tu media sonrisa ladeada, tu forma de preguntarme sin palabras si me escapo contigo a fumar. Los besos que nos damos, y los que no nos damos. Cada una de las veces que tu mano aprieta la mía con tanta fuerza que a veces creo que no se pueden despegar. Nada tiene sentido. Y lo peor es que jamás lo tendrá.

Malditos meses de mierda....

miércoles, 5 de marzo de 2014

once a year

Hacía tiempo que no me sentaba a escribir. Y mucho más que no lo hacía sobre ti. Sobre los dos.
Ha pasado ya tanto tiempo que los recuerdos son como un espejo empañado. Puedo distinguirlos, pero están tan borrosos que apenas los reconozco. Como una película de la que solías saber todos los diálogos pero de la que ya casi no recuerdas ni la música.

Tomar precauciones nunca me pareció necesario, creí que yo era fuerte, o al menos más que tú... pero como siempre, me diste una lección.
Y ni siquiera pudiste ser lo suficientemente capullo como para yo poder odiarte. Me dejaste cargar con todo el peso del personaje villano y maléfico. "Te viene al pelo" dijiste. Una vez más, tenías razón.

Las escenas en blanco y negro se reflejan lentamente una y otra vez en bucle por las paredes de mi ya oscura y viaje habitación. Escapar a otros lugares ha resultado ser nada más que una distracción pasajera. Y aunque los dos sabemos que el tiempo pasará y que nuestros trenes viajarán en direcciones contrarias, ambos estaremos mirando por la ventana gritando en silencio detrás del cristal blindado que pudo ser y no fue. "Por tu (mi) culpa", eso por supuesto.

Ya son cuatro intentos fallidos de simulacros de incendios que han acabado con nuestros cuerpos calcinados, dejando paso a una ola de hielo sobre la que siempre nos preguntamos si alguna vez se derretirá.
Una vez más, pero puede que no por última vez:

Choose your last words, this is the last time
cause you and I, we were born to die.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Te maldije.

Lo confieso: planeé tu infelicidad una y otra vez. Soñaba con que lloraras todas las noches, maldijeras tu suerte y envidiaras la mía.

Te maldije, pues no me gusta(ba)s, aún sin conocerte. Y te he deseado la peor de las vidas. Aunque supongo que lo hacía porque sabía que mis deseos eran irrealizables.
Te miro y veo sonrisas en tu rostro. Sonrisas que deberían ser mías. Pisadas cuyas huellas no te pertenecían. Momentos cuyas lágrimas debían haber caído sobre mis mejillas.
Nunca he escuchado tu voz, y sin embargo sabía que las palabras que habían pronunciado no deberían tener el más mínimo significado para los oídos que las recogían.

Te maldije, pues me robaste. Bueno, no es cierto...me dejé robar. Eso tampoco lo es.
Digamos que no fui lista, y no protegí mis tesoros como un buen pirata hubiera hecho. Quizás fue por inexperiencia, por arrogancia o por prepotencia. Jamás lo averiguaré.
Solo sé que maldito el día que arrojé el candado al mar y me quedé con una llave que no abre ningún cofre. Una llave desamparada que a día de hoy se pregunta si alguna vez debió desprenderse de su llavero.

Te maldije. Pero ahora me doy cuenta que la única maldita soy yo. Y que la sangre derramada en mi honor está siendo mi penitencia. Y merecí todos los finales infelices que jamás llegaron a ver perdices.

Lo confieso: fue mi culpa.

viernes, 25 de octubre de 2013

Cuatrocientos veintitrés.

Se miraba en aquel espejo enorme mientras se peinaba el pelo. Tenía un expresión inexpresiva. Rígida. Ausente. Como si ya no formara parte de este mundo.
Se había convertido en un zombie más, la rutina había podido con ella.
La expresión "mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer" había cobrado sentido para ella. Y desde entonces nada había sido lo mismo.

Sonreía, sí. Pero es que ya no sabía no hacerlo. Sonreía sin un por qué, para que los demás también sonrieran. En realidad ese era el único motivo. El no levantar sospechas. El "todo va bien" sin más explicaciones. El "dejadme en paz" que tan poco costaba si todo parecía estar en orden.

Ya no era ella. ¿O sí? No lo sabía.
Exteriormente no había diferencia. Pero ella notaba que algo raro había.
Se había esforzado ya incontables veces en ser feliz. En poder respirar tranquila entre aquellas cuatro paredes, rodeada de esa vida que hasta entonces tan satisfactoria le había parecido. Pero ¿cómo conformarse después de haber vivido en El Olimpo?

Ah, los lujos... a veces es mejor no dárselos. Dicen que la depresión aparece sin que nos demos cuenta. Pero ella era consciente. Y mucho. Y sólo quería dejarla ir. Pero aquella maldita zorra no se separaba de sus huesos. La tenía aferrada como una novia obsesiva al chico de turno. Y hablando de chicos... Él no ayudaba. En absoluto. Con sus frases silenciosas y sus silencios fraseados. "Que te jodan" eran sus palabras favoritas. Y un perro que se muerde la cola y que no parece cansarse jamás.

Más de cuatrocientos días han pasado y la misma pesadilla sigue apareciendo por las noches... pero desde hace ya algún tiempo, se volvió real. Y ese es un problema que ni las pastillas pueden solucionar.