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solamente una mirada es suficiente para hablar

jueves, 17 de marzo de 2011

tú contra ti.

Te pasas la vida defendiendo unos ideales que crees justos, que puede que no sean precisamente los que otros esperas que tengas, pero que crees que son los correctos porque es lo que tú consideras honesto.


Y entonces llega la hora de la verdad en la que te enfrentas cara a cara con una situación en la que se cumple una de esas ideas que tanto tiempo llevas defendiendo. Y te das cuenta de que eres una hipócrita. Que en realidad no piensas todo lo que dices. Que defiendes una idea que luego tú mismo rechazas, y que no te ves capaz de realizar ni aún poniendo todas tus ganas. Y te das asco a ti mismo, por que sabes que estás haciéndolo mal, porque sabes que lo que defendías era realmente lo correcto, y tú no lo cumples.



Y miras a tu alrededor, a todas aquellas personas que has criticado por no defender esos ideales que tú apoyabas...y te das cuenta de que eres tan penoso e intolerante como ellos. Y solo te queda resignarte, avergonzarte y no volver a levantar la voz, porque si lo haces mentirás, y para mentir ya están los políticos.



Aunque también existe una opción b, que es tener un par de huevos y enfrentarte a la realidad, y cambiar el chip porque esto no puede ser. Y seguir defendiendo en lo que crees porque realmente piensas que las cosas tienen que ser así. Y empezar a creértelo tú también..., pero esta vez de verdad, nada de gritar por gritar ni de manifestarse por manifestarse. Esta vez serás tú quien lleve el altavoz Y esta vez serás tú quien pinte las pancartas. Y esta vez, esta sí que sí, creerás en lo que dices de todo corazón.

jueves, 10 de marzo de 2011

Viaje a Europa.

 - Vamos Gigi, ¡levanta! Cuanto antes lleguemos antes terminaremos.

Gigi vacila unos momentos y no abre los ojos. Su madre abre las ventanas y la luz la deslumbra. Mete la cabeza debajo de las sábanas e intenta concentrarse en volver a dormir.

- Vaaaaaamos. Tenemos que hacerte las fotos, y en la peluquería habrá cola.

Gigi de repente, se acuerda de qué día es. Se destapa y abre los ojos. Al principio el sol le hace daño, y mira el reloj con los ojos entrecerrados. Las nueve y media. Demasiado pronto para ella, pero el día lo exige. Se despereza y se levanta. Va al baño a asearse, se recoge una coleta alta y vuelve a su cuarto para vestirse. Una camisa larga, un cinturón, unos vaqueros y unas botas forman el atuendo elegido. Va hacia la cocina y se toma el Cola-cao que su madre le ha preparado. Busca su bolso (ya preparado de ayer por la noche), mete dentro su móvil y saca las gafas de sol. Se las enfunda, apoyándolas sobre su cabeza. Sale con su madre por la puerta, bajan los dos pisos hasta el portal (ni a ella ni a su madre le gustaron nunca los ascensores, "son para los ancianos", decían) y van hasta el coche, treinta metros aparcado más allá de la puerta. Ambas se montan en el vehículo. Y comienzan un trayecto que no tenía pinta de durar más de quince minutos.

Gigi baja la ventanilla y se deja golpear por el viento. Hace un día espléndido. Es Septiembre, pero el verano aún no ha acabado. La gente pasea por las calles, apenas hay coches y el ruido de la ciudad es casi inexistente.
Es su último día como preuniversitaria. Mañana empezaría un nuevo mundo. Una nueva vida. Todo iba a cambiar. Esa misma tarde tomaría el tren hasta la ciudad escogida. Y esa noche dormiría por primera vez en la habitación que la vería estudiar, crecer, reir y (quien sabe) llorar durante, al menos, los próximos ocho meses. Ese mismo día diría adiós a sus padres, a su hermano y a su hermanita. De sus amigas ya se había despedido ayer, aunque no descartaba que le dieran alguna sorpresa de última hora...uno de esos numeritos tipo película de Hollywood en la estación de tren...sería muy propio de ellas.

Llevaba meses...bueno, años, planeando todo esto. Soñaba con sentarse en uno de esos pupitres de madera, en una clase en pendiente, rodeada de todos sus compañeros, todos ellos con ansias de participar activamente en clase, callados y atentos... aunque siempre habría momentos para despistarse y charlar un poco a escondidas...
Y ver diapositivas, y quedar para ver exposiciones, y viajar, y salir de fiesta todos los fines, y descubrir cosas que jamás pensó que existieran,...

Pero Gigi no sabe que nada de eso va a pasar. Que la universidad no es como Robin Williams quiere pintarla en "El club de los poetas muertos", y no habrá ninguna profesora como Julia Roberts en "La sonrisa de Mona Lisa"....ni siquiera será como todas esas aventuras que Jason Biggs, Thomas Ian Nicholas o Seann William Scott nos muestran en "American Pie".
Lo único que va a encontrar, es un asiento libre, en mitad de otros muchos que serán ocupados.
Será ella, la que tenga que alzar la voz para ser escuchada, la que tendrá que hacer hueco en su habitación para todos los libros (inútiles por otra parte) que tendrá que comprar, y la que sentirá la soledad más de un fin de semana.

Pero en algo no se equivoca. En que descubrirá y se descubrirá así misma, en que viajará, en que saldrá de fiesta y se emborrachará y tomará sustancias que nunca se planteó tomar, que hará los mejores amigos que nunca tendrá, y que vivirá experiencias que jamás pensó vivir....

Por que, al fin y al cabo... los soñadores aún pueden tener cabida en estos tiempos.