Sonrisas cálidas y abrazos rotos. Una última mirada, y el tren echó a correr.
Las lágrimas frías se mezclaban con la lluvia en los cristales.
Ya nada importaba.
El corazón latía.
Feliz en la infelicidad. Que dura condena.
"Pero si algo ha de separarnos, qué mejor que el mar" siempre decía.
Las gaviotas reían desde el cielo. Pobres ignorantes, ellas no podían cruzar el mar.
Vuela, vuela. Ya te alcanzaré.
Besos en el aire, no mucho más sentidos que los besos en papel.
Tu foto en su cartera. Su foto en tu corazón.
Siguen girando las ruedas.
Pero ya nada importaba.
El corazón latía.
Y la sonrisa persistía.
Que le jodan al tiempo, a la distancia y al mar.
Tiene lo que siempre quiso.
Feliz en la infelicidad.
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