El error que llevó a la complicación.
La complicación que llevó a la imposibilidad.
La imposibilidad que llevó la condena.
La condena que llevó al sofá, en donde pienso permanecer, semi-tumbada y quietecita, sin hacer mucho ruido para que no puedas verme, oírme ni sentirme. Para que pueda pasar desapercibida ya en esta puta habitación en la que tú ya no estás sentado a mi lado y has elegido el rincón más alejado para que yo no pueda acercarme.
Y todo vuelve a girar en el sentido contrario en el momento más crucial.
3 comentarios:
Pero, ¿sabes? De los errores se aprende.
:)
Érroneando juntas, todo pierde importancia :)
Cuánta razón!
Al fin y al cabo todo tiene su lado bueno:)
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